En busca de la letra perdida
Requebrar, requebrado,
requebrando. Siempre tengo la impresión de que me falta algo. Una, dos letras,
el trabajo, el novio, la casa, el perro. Lanzo los pensamientos a la ventolera
y cierro la ventana. Hoy toca día de siesta, me digo, mientras me preparo un
café que me mantendrá inevitablemente despierta. Vivo pendiendo de estas
incoherencias. Son mías, tan propias e intrínsecas como esa letra que se
zambulle y escabulle en la punta de mi lengua. ¡Ah! ¡La tengo! La he encontrado:
la “s”. Entonces, reSquebrar. No puede ser. No existe. Para ello, hace falta
estar en un diccionario. Jodida burocracia de las narices. Cuánta gente hay que
respira, vivita y coleando, sin necesidad de estar registrada en ninguna parte.
Los hay, más felices y a montones, en esos países perdidos africanos donde
ahora vive Ignacio y un destino incierto agotado de esperarme. Tendría que
haberme marchado con él, pero perdí la oportunidad. Solo 10 líneas y ya van demasiadas
cosas perdidas. It’s missing, it’s lost,
murmuro, mientras me recuesto en el sillón lleno de pelusas de gato. Debería
abrir un departamento de objetos perdidos. ¿El alma puede ser considerada objeto?
Qué más da si no hay respuesta. Me sigue faltando algo, pero ¿qué es? Me
interrumpen las risas de los vecinos en el piso de al lado. Me aburren con sus
vidas felices, carentes de tragedia, de drama, de meollo. ¡Ja!, resuena tras la
pared verde chillón del salón. ¡Ja,ja! Y luego ¡ja, ja, ja! Cruzo los brazos
enfurruñada. Pero…¡un momento! No era solo una letra, ¡era una sílaba! Sí, eso
es: re “S” quebra “JA”. Escribo la palabra completa en una servilleta sucia que
queda aún entre los restos de la pizza del medio día. “Resquebraja”, leo. Por
fin, una definición para la angustia de las últimas semanas. Suelto el
bolígrafo de un plumazo. Su peso golpea el cristal de la mesa, como un
pistoletazo de salida. Entonces, me levanto de un salto, cojo el bolso y me
apuro en salir al aire frío de la calle. Antes de que sea demasiado tarde. Antes
de que este estado acabe con lo que queda de mi ánimo. Antes de que pierda las
otras cosas importantes: la esperanza, la curiosidad, los amigos. Antes de que
el alma se me reSquebraJE. Je, je. Sonrío y corro hacia el portal.
PATRICIA ALVALEON©